Estaba losotrodía jugando un poker al estilo "Texas Hold'em" cuando, inmerso en una buena racha, le arrebaté unas cuantas fichas a un mejicano en una mano reñida.
El mejicano (cuyo nombre escapa a mi memoria) al verse despojado de sus fichas se encolerizó de tal manera que me mando sin escalas a realizar varios periplos, con destinos diversos... Lo dejé ser, con la tranquilidad que a uno le da estar ganando, pero subrepticialmente esperando la oportunidad de venganza.
Un poco después, el mejicano en cuestión perdió una manito con un italiano (Valli... algo), lo cual fue motivo más que suficiente para una nueva lluvia de puteadas. Lo único que le entendi fue "figlio di puttana" y "colombiano narcotráfico" que lo dijo en español. Español de Tarzán, pero español. Creanme que fue mucho mas extenso.
Después el mejicano se calmó un poco, le pidió perdón a Valli y, ya más tranquilo me pregunto si no le podía hacer un favor. "Depende." "¿De qué depende?" "Del favor." Y ahí me solicitó que le pida a mi madre que le devuelva sus condones reutilizables. A mi pobre madre que en su vida habrá jugado al poker... Le informé que eso me resultaba imposible, por encontrarme yo a 2800km de la misma.
Pasó un tiempo, el juego seguía, hablamos de otras cosas... hasta que por ahí note que tenía una remera que decia algo de una universidad y le pregunté que estudiaba. "Aviación, ¿por?" me contestó con la vanidad que caracteriza a las personas capaces de surcar los cielos por sus propios medios.
"Para que te vayas volando a la concha de tu madre, forro".
"Ah bueno... pinche argentino".
¿Cuál es la moraleja? No desesperar, debemos ser pacientes. Si mantenemos la conversación amable el tiempo suficiente buscando el espacio, eventualmente se va a dar una oportunidad para proferir una buena puteada que, al ser sorpresiva, tiene un valor agregado.
El mejicano (cuyo nombre escapa a mi memoria) al verse despojado de sus fichas se encolerizó de tal manera que me mando sin escalas a realizar varios periplos, con destinos diversos... Lo dejé ser, con la tranquilidad que a uno le da estar ganando, pero subrepticialmente esperando la oportunidad de venganza.
Un poco después, el mejicano en cuestión perdió una manito con un italiano (Valli... algo), lo cual fue motivo más que suficiente para una nueva lluvia de puteadas. Lo único que le entendi fue "figlio di puttana" y "colombiano narcotráfico" que lo dijo en español. Español de Tarzán, pero español. Creanme que fue mucho mas extenso.
Después el mejicano se calmó un poco, le pidió perdón a Valli y, ya más tranquilo me pregunto si no le podía hacer un favor. "Depende." "¿De qué depende?" "Del favor." Y ahí me solicitó que le pida a mi madre que le devuelva sus condones reutilizables. A mi pobre madre que en su vida habrá jugado al poker... Le informé que eso me resultaba imposible, por encontrarme yo a 2800km de la misma.
Pasó un tiempo, el juego seguía, hablamos de otras cosas... hasta que por ahí note que tenía una remera que decia algo de una universidad y le pregunté que estudiaba. "Aviación, ¿por?" me contestó con la vanidad que caracteriza a las personas capaces de surcar los cielos por sus propios medios.
"Para que te vayas volando a la concha de tu madre, forro".
"Ah bueno... pinche argentino".
¿Cuál es la moraleja? No desesperar, debemos ser pacientes. Si mantenemos la conversación amable el tiempo suficiente buscando el espacio, eventualmente se va a dar una oportunidad para proferir una buena puteada que, al ser sorpresiva, tiene un valor agregado.