19.4.08

Nota Suicida

Desde que tengo memoria siempre me vi atraído por mujeres de menor edad… y cuando digo mujeres de menor edad no me refiero a una edad menor a la mía, lo cual sería, al menos ahora, comprensible y hasta tolerable dada la abultada cantidad de tiempo que ha transcurrido desde el día de mi nacimiento. No. Cuando digo mujeres de menor edad ni siquiera me refiero a mujeres propiamente dichas, sino más bien a niñas, infantes, chiquillas impúberes.
De sobra se hasta qué punto es aberrante la confesión que hago, basta decir que la incomodidad de dichos sentimientos me había imposibilitado hasta hoy cometer acción física alguna que denotara mi obscena predilección, salvo quizás la prolongación de una mirada por sobre el tiempo normal y corriente que un hombre común dedicaría a una niña o tal vez el brillo no reprimido de una gota de saliva en la comisura de mis labios.
Me viene a la mente en éstos, mis últimos momentos, una conversación mantenida con dos de mis amigos. Luego de expresarles mi subjetiva percepción de la belleza (sin parangón, por cierto) de una nena de 10 años, expresaron disímiles opiniones al respecto: mientras uno sostenía que yo habría de ser un extraterrestre (un alien creo que dijo) el otro, más comprensivo, me consideraba enfermo o loco. Sin embargo ninguno de ellos me privó de su amistad, pensando seguramente en el popular refrán que dice que sobre gustos no hay nada escrito y tal vez intuyendo lo inocuo (aunque perverso) de mi sentir, ya que una persona recta como yo jamás habría cruzar la línea de la pederastia. Estuvieron acertados, al menos hasta hace algunas horas.
Quizás fue el Papa condenando públicamente el abuso de menores (que tanto dinero ha drenado de las arcas del Vaticano) el que desencadenó los eventos de esta noche, pues ya ha sido demostrado muchas veces que la prohibición puede ser un gran incentivo.
No espero que perdonen ni me comprendan, pero simplemente no me pude resistir a ese cabello ligeramente ondulado, a la cara redonda y feliz que éste coronaba, a los ojos brillantes, a la gracia de su andar infantil. Le puse una mano en el hombro, la miré y le dije que así… -me sacudí el último asomo de duda antes de seguir hablando- así cogen los marcianos.

La nota fue encontrada por efectivos policiales junto al cuerpo en descomposición de un hombre que hasta el cierre de la edición no había sido identificado.
Si bien los resultados de la autopsia aún no están disponibles, habría trascendido que el cadáver presenta además de un color de piel oliváceo poco habitual, una peculiar estructura ósea destacándose por su gran tamaño con respecto al resto del cuerpo su cabeza y las cuencas oculares.