Contemplen ustedes nuestro* laborioso trajinar, desarrollando intrincados módulos para el kernel de la placa maravillosa, mientras el Cordobés dedicaba su tiempo a tomar fotografías y escabear la ignominiosa bebida imperial.
*Si vamos a hacer honor a la verdad, todos sabemos que quien laburaba era Don C++, mientras nosotros lo observabamos con atención intentando comprender lo que ese muchacho tecleaba a la velocidad del pensamiento.
Con orgullo me permito agregar que, luego de un mes de arduo estudio, estamos más cerca que nunca de descifrar lo que ese sobrenatural ser hizo en aquel par de horas.