28.2.07

Correrías de FUCAC

Ahora que la electrónica no guarda secreto alguno para con mi persona, me he aparecido como El Viejo en el flamante depto de Mandrulo, aunque a decir verdad era flamante hasta que él mismo deshizo una pared a puro coscorrón criollo. En la otrora blanca perfección tabical hay un gran ladrillo anaranjado a la vista que se asoma como diciendo "Hola, vengo a flotar".
El motivo de mi teletransportación es (en partes desiguales) liberarme del agobiante calor rosarino (y la plaga de mosquitos) y asistir a una reunión cumbre de la mítica organización, aunque en esta oportunidad sufriremos bajas importantes de personajes que aduciendo excusas de lo más rebuscadas optaron por no responder al llamado. Por citar dos ejemplos, el Pelado dice estar defendiendo a la patria y Lucio no dice nada porque no lo invitamos...
Señores lectores, nuestra más temida pesadilla se esta volviendo realidad. Los más importantes miembros, entrañables amigos antaño, hoy conspiran, planifican en secreto y se clavan puñales por la espalda.
¿El motivo? Zonceras, cosas del campo, la tranquera mal cerrada y esto lo otro. Pequeñas pujas que se fueron haciendo grandes con el crecer de la popularidad de la FUCAC.
Parece que uno de los miembros habría manifestado un fervoroso deseo de limarle el buje a la hermana de otro miembro, a lo cual este último respondió sin más ni más con un certero botellazo en el parietal derecho del miembro limador. A partir de ahí se desato la heactombe, la debacle total, el pandemonium. Uno le tiro el Jorge Cuevas encima a otro que replico con una sarta de insultos en arameo moderno al tiempo que gesticulaba ampulosamente con las dos manos, describiendo con bastante fidelidad la cópula de una garrapata y un ornitorrinco. Una horda de pitufos iracundos armados con engrampadoras se arrojaban ganchos los unos a los otros dentre sí y también a los transeuntes que por allí transeuntaban, mirandose extrañados. Pero todo no termino allí, sino que al instante arribó nada menos que Roberto Perfumo, que venía de una plaza con un subibaja en la mano y al grito de "¿Qué mierda está pasando acá?" comenzó sin demora alguna a batear flaquitos con el elemento en cuestión. Relucían los cuchillos, relucían las navajas y los disparos de una 22 en el lugar se escucharon, al punto que entre suki y suki alguno habrá pensado "wepa, esto es igual que año nuevo en lo del pelado".

1 comentario:

Anónimo dijo...

1º. Y después dicen que las que armamos quilombo somos las mujeres...

2º. Más respeto con Jorge por favor... acá tengo tres hermosos vasitos destinados a un hermnao de él y no me gustaría que se me ponga triste por la perdida familiar...

3º. Es mejor objeto limador conocido que uno por conocer...

4º. Me voy a laburar...

5º. Nos hablamos...

6º. Saludetes...