9.11.10

¿Dónde habrá una ciudad en la que alguien silbe un tango?

Estaba caminando las calles rosarinas bajo la lluvia, preguntándome por qué carajo la gente le tiene tanto miedo a un poco de agua cayendo sobre sus cabezas. No estoy hablando de los truenos que son una cosa estrepitosa, es razonable que alguno se sobresalte al escuchar la manifestación de semejante fuerza natural. Me refiero a la lluvia, simplemente... ¿Acaso esa gente que se esconde abajo del paraguas, como si estuviera lloviendo ácido, no usa la ducha? ¿Acaso cuando prenden la ducha ponen la misma cara de estar siendo rociados con orín? Es para mí un misterio.
Me encontraba en esos discurrires cuando sin motivo aparente se me metió en la cabeza la vernacular letra de "La última curda". En particular la parte de
Cerrame el ventanal
que arrastra* el sol
su lento caracol de sueño...
(*) a veces dice "que quema el sol"
¿qué demonios significará?
Caminé bastante hoy, no te voy a decir que no, pero unas (pongamoslé) 20 cuadras (por tirar un número) después escucho que un mostro va silbando la inconfundible melodía del mismísimo tangazo que ocupaba mis pensamientos. Ya se, no me digás, tenés razón, no es una coincidencia como para caerse de culo, debe ser el tango más conocido del universo todo, pero me puso contento: el muñeco iba tan copado silbando el tango que me dio ganas de pararlo y proponerle cantarlo a capela y a los gritos. Pero esas cosas no se hacen en sobriedad.
Haciendo una asociación inmediata me acordé de "El Anillo del Capitán Beto", esa lírica maravillosa del Flaco Spinetta, una buena medicina para los que idealizan el escape al exterior como panacea universal.